lunes, 26 de marzo de 2012

Y me preguntò Dios



¿A qué vienes tu aquí?.

“Necesito un corazón”.- dije yo.
“Necesito seguir amando,
quiero ser perdonado y quiero poder perdonar.”

¿Y el tuyo dónde está…el que un día te entregué?
“Es que se lo di a ella… y parece que lo perdió,
o no lo supo cuidar, o lo pisoteó”.

Yo.- me dijo Dios
Yo el mío no te puedo dar,
lo necesito para el amor
y para la humanidad.

Y me fui de allí.

Y vagué por las ciudades
por los campos por los montes
y hasta crucé los mares más allá del horizonte
y cuando cavaba mi fosa
en la que maldigo mi vida
se acercó la oscura noche
la que rompe las heridas.

Y me dijo:

“¿Buscas un corazón?

Toma el mío…te lo doy yo.
Tú ya….no le pidas nada a Dios.!

Y lo tomé en mis manos, y su roja sangre me manchó
estaba lleno de ira, de enojo, de rencor
de sentimientos podridos
lujuria marchita por el calor del sol.

Y le dije a la que lastima la vida:

“¡No lo quiero!. ¡No lo quiero!
Aquí no hay nada de perdón.
yo quiero que vuelva a amarme
perdonarme ella mis errores
y sus errores perdonarle yo.

Disculpa,  pero aquí… no hay nada de amor.”

Y  la que llora profundo
se acercó y me dijo:

“¡Shhhhhhhisss!. Tu no hables tan alto
para que no te escuche Dios,
pero éste es el que tengo…el que te doy yo,
es el que necesitas…. el que no tiene perdón.
Y ahora……..¡Shhhhhhissss!
Tu no hables tan alto….
para que no te escuche Dios.”
Porque Él sabe lo que sientes, 
que mueres cada día, cada noche...
cada instante.

Y me alejé, me alejé allí… donde nadie me pueda ver
para asfixiar mis recuerdos,
para anudar mis venas
para sentir que no vivo
para enterrar mi voz
porque hoy.
hoy otra vez quiero sentir...

que muero

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