martes, 26 de julio de 2011

Hoy quiero sentir... que muero





Quiero mojarme entero
que la vida traspase todo mi cuerpo
que se disuelva mi alma
y las gotas traspasen mi corazón.


Ahora que mi tristeza 
en esta noche de silencio
se refugia de la lluvia
que moja el doble
quiero hoy sentir...
que muero.
... ... ... ... 
¿Quién puede conocer las tristezas del corazón...
cuando le estás sonriendo a la vida?.

Hoy quiero sentir..... que muero










Y mis venas ya vaciadas
de la sangre de mi vida
ya resecas del dolor 
que me causan las heridas.


Son agujas que se clavan 
en mi cuerpo cada día
son las cuerdas que me atan
boca abajo en esta vida.


Y rasguño yo la tierra
y me hundo en la miseria
y mi boca y mi garganta
ya no hablan ya no esperan
porque llenas de dolor están cubriendo mi alma
de gusanos, de miserias, de vergüenza... y de tierra.


Y los versos me hacen daño
como me hace daño la vida
y porque nada ya me queda
hoy....
hoy quiero sentir....
que muero.
.... .... .... .... 
Cuando el silencio murmulla una triste canción,
es porque el alma se está derramando.

Hoy quiero sentir.... que muero





Y la sangre se me agota 
de mis venas ya cansadas
debe ser que gota a gota
se me caen desde el alma.


Y en el suelo se convierten 
como estrellas aplastadas
en las puntas de cuchillos
con las hojas afiladas.


Y en la tierra ellas se hunden
en la tierra ya mojada
y me llaman y me esperan
y las siento tan calientes
que me da pena dejarlas.


Porque los versos me hacen daño
y me están comiendo el alma
y aunque diga que hoy no quiero
precisamente hoy...
hoy quiero sentir....
que muero.
... ... ... ... 


Cuando deshojo mis recuerdos
mi corazón agoniza en la soledad...
de mis intentos

Hoy quiero ... sentir que muero






Quiero hoy sentir de nuevo
el cariño del silencio
las palabras que no llegan
el dolor de una canción.

Y pensar en las miradas
de la gente por las calles
que van llevando su rabia
con su llanto y su dolor.

Y mi cabeza se alza
al negro cielo estrellado
que tiene color de tierra
donde aplasto el corazón.

Porque hoy respiro lento
para no despertar al silencio
porque la vida se acaba
y hoy quiero sentir...
que muero.
.... .... .... ....
Quizás no todo es alegría en la vida
quizás estás más sol@ de lo que crees
pero siempre hay alguien....  que te quiere

En tu corazón






En un lejano pueblo, muy cerca de donde vosotros vivís, 
donde la gente era respetuosa de las leyes, decentes, 
en una de sus calles, no recuerdo cual, vivía una chica con su abuela, (señora de edad indefinida pero al verla, cualquiera vería que había vivido mucho).

Su nieta, chica joven, como mucho tendría diecisiete años, 

negro sus ojos, de figura fina.

Una vez a la semana, precisamente los Sábados al atardecer, la veían como salía de casa y encaminaba sus pasos a las afueras del pueblo, deteniéndose a la orilla del camino que lo rodeaba, y allí se quedaba esperando.

Las señoras del pueblo veían como después de un rato, se detenía un camión, se abría la puerta, la chica subía -- 

Algunos veían como ésta abrazaba y besaba al conductor, 
luego marchaban y se perdían en el atardecer, solo dejando una nube de humo y polvo que tardaba en desvanecerse.

A las dos horas el camión volvía, 

se abría la puerta, bajaba la chica, el camión se iba, y la chica se quedaba mirándo hasta que la nube de humo y polvo se desvanecía. Luego cabizbaja, lentamente encaminaba sus pasos a casa de su abuela.

Así pasó más de un año, 

cada Sábado, la misma chica, el mismo camión, 
la misma puerta que se abre, el mismo conductor, 
el mismo abrazo, el mismo beso y la misma nube de humo y polvo que se desvanece.

Algunas señoras comentaban: 

"Pobre muchacha, debe tener mucha necesidad para tener que hacer eso". 
Otras, decentes ellas, decían: 
"No podemos consentirlo, y en nuestro pueblo, y ante nosotras". Mas otras añadían: 
"Tendremos que reunirnos para decidir que hacemos". "¡Qué descaro!. Con el cura hay que hablar".

Se supo, por no se sabe quien, que de los hombres del pueblo, mas de alguno le ofreció a la chica dinero, para que le hiciera no se sabe que favores. 

La chica ya no hablaba, ya no sonreía, ni siquiera salía de casa, solo ese día, Sábado al atardecer.

Un día, uno de tantos días, 

algunas señoras vieron como la chica encaminaba sus pasos a las afueras del pueblo.--Pero no era Sábado, tampoco era al atardecer. "¡Cómo es posible!": Dijo una mujer, y añadió: 
"¿Es que ya no se conforma esta muchacha?". 
"Ahora no se podrá negar", decían los hombres del pueblo.

Vieron como la chica llegó al camino, y no era Sábado, 

tampoco era al atardecer, 
alguien vió que no se detenía donde siempre lo hacía, 
si no que cruzaba el camino y se internaba en el prado por donde pasaba el río.

Dos días mas tarde la encontraron, colgada del puente que mas allá del camino, cruzaba el río.

Cuando la fueron a enterrar, 

en el cementerio a las afueras del pueblo, a la orilla del camino, 
toda la gente del pueblo asistió, algunos a regañadientes, otros, 
por que había que estar, otros para saludarse, ya que poco se veían, y uno que otro, por que era un acontecimiento, ya que en el pueblo nunca pasaba nada.

Los hombres, todos los del pueblo, todos ellos, resignados, lamentándose en sus corazones de no haber podido obtener de la chica los favores que tanto habían deseado, (Pero hablándo entre ellos, cada uno se vanagloriaba de haberlos obtenido).

Mientras todos, tanto hombres como mujeres se decían de si mismos, lo buenos y honestos que eran, 

lo dignos y honrados, escucharon un ruido,... 
intrigados dirigiéndo las miradas al camino vieron, que se detenía un camión, el mismo camión, el mismo conductor."
¡Qué descaro¡", exclamaron algunas señoras, "Presentarse aquí". Otra dijo: "¡No hay respeto!".

Todos vieron como se habría la puerta, no la misma puerta, si no la del conductor, y bajaba un hombre de mediana estatura con fino bigote.

Algunos vieron, que en su mano llevaba una flor.

 "¡Inconcebible!" decían las mujeres. 
"Tendremos que reunirnos para decidir que hacemos". 
(las mismas que nunca se atrevieron). 
Hasta el cura del pueblo decía en su corazón: "Esto es un sacrilegio, tendré que informar". 
Hasta los hombres del pueblo decían: "¿Cómo es posible que esta muchacha estuviese con "esta cosa", cualquiera de nosotros es mas guapo que "esto".

 Sin saber como ni porqué, cuando el hombre dirigió sus pasos, acercándose lentamente a los allí reunidos, arrastrando los pies, casi encorvado, pareciendo mas pequeño aún, estos, todos, todos le abrieron camino.


El hombre se acercó cansadamente a la tumba de la chica, vieron todos como se arrodillaba, --algunos--como depositaba la flor que en su mano llevaba.

Las mujeres:...  sus bocas cerraron.

Los hombres:...  su corazón encogieron. 
El cura del pueblo: ... quieto dejó su rosario.
Dos perros gruñendo por un hueso:...  dejaron de hacerlo.
El trinar de los pajarillos:...  cesó.
Incluso los árboles se inclinaron:...  para escuchar mejor.

Cuando todos--todos, hasta el mismísimo cielo escuchó al hombre decir:


"¿Porqué?...¿Porqué hija mía?".

"¿Qué va hacer ahora papá... sin ti?".

..... ...... ....... ....... 
... ... ... ... ... ... ... 
¿Conocéis lo que es la hipocresía? 
A veces habita dentro de vosotros,
y no os dáis cuenta,
a veces.... es parte incontestable de vuestra vida.